Don Antonio

Me inspira paz, me calma, me deleita verlo mientras me hace cosquillas en el alma.

Mientras estoy ahí sentada su aura y su alrededor me tocan el corazón en lo mas profundo con una caricia llena de colores, de intriga, de misterio que me llevan a sentirme una niña.

Las visiones de su pasado en como vio el futuro me llevan a creer que en el puedo encontrar el abuelo que no tuve, el padre que se fue, el cómplice que entiende mi ingenuidad.

Su bondad y desapego por lo que a pocos no le importa, me inspiran y llenan de ternura, con esa personalidad suya que grita tímidamente que no dejo de ser un niño; un niño que espera a sus amigos para jugar a la pelota pero que lo dejaron solo; un niño que es un alquimista de sueños; un niño viejo que quiere irse volando con los pájaros y morir a donde van a morir ellos.

Su timidez me llama a darle un abrazo para recibir amor.

Sus ojitos introvertidos y cerrados por la sonrisa de su cara me dicen que en su mundo los enojos y las tristezas no son gran cosa. Que sus colores son oníricos y que este mundo le quedo chico.

Él, su mundo, su casa y ella están sumergidos en ese sueño. Al entrar allí a uno le viene esa sensación tan linda de sueño y su candidez y calidez me invitan a quedarme dormida en ese suelo, como un bebe en su madre, como uno cuando encuentra su lugar. No necesitaría nada mas, ni ropa, ni manta, solo escucharlo a él junto con la protección de ella que tiene en su mirada esos ojos que le inspiraron a él a crear tantos rostros, pero ni ella ni nadie entenderán nunca su alma.

Él se ve a través de los ojos de ella.

Yo solo necesitaría este cuadro, solo necesitaría rodearme de esos inscriptos de sueños y relatos de un alma que me ponen en trance, deleitan la mía y sin quererlo me inspiran a cerrar los ojos y levitar, metiéndome sin quererlo en esos cuadros de visiones de un mundo que invita y da la bienvenida, de un mundo desconocido, surreal, mágico, misterioso...palabra que le gusta mucho usar para describirse a si mismo cuando habla de sus obras.